Magia, religión, ciencia

15.04.2025

La silenciosa sabiduría de una vida vivida se convierte en faro al hablar. En esta conversación con motivo de la Semana Santa, en la biblioteca pública de Montornès del Vallès, un hombre más mayor habla de lo antaño de sí mismo. Con ternura y sentido común, en un gesto al vuelo de palabras sencillas, obra el milagro de lo cotidiano, mostrando que en cualquier mundo acelerado hay al alcance un tiempo un poco más allá del tiempo, para mirar con amor soltando pensamiento hecho de luz.

-Siento que en mi juventud había una espiritualidad diferente a la de ahora. La forma de vida actual, las comunicaciones incesantes, toda esa información que nos llega, puede fomentar la pérdida de contacto con esa espiritualidad. Aunque de alguna forma yo creo que se va a recuperar, porque nos va muy bien a todos.

-Entonces lo que usted está implícitamente reflejando ante nosotros, siendo además la persona de más edad aquí, podría ser algo parecido a lo siguiente: "resulta que siendo yo el más mayor, soy el que tiene un contacto con una espiritualidad antigua, por lo tanto, en cierto sentido soy una voz autorizada para devolver al mundo aquello que yo conocí, y no tirar la toalla aunque vea que este mismo mundo parece estar en otros intereses, en otras prioridades".

Lo que está diciendo es que, dado que usted conoce lo que conoce, es importante su testimonio, y es más importante quizá de lo que podría parecer a simple vista para la gente corriente que estamos a su alrededor.

Aunque eso depende un poco de lo que usted quiera hacer, de si quiere o no quiere aprovecharlo, de si quiere o no quiere arriesgarse a parecer un loco hablando de cosas de las que ya nadie habla y sin embargo usted conoció de corazón, entendiéndolas como buenas para la vida de un ser humano.

Lo que usted ha atesorado a lo largo de su vida se vuelve valioso para una sociedad que quizá anda algo desorientada precisamente de eso, de cierta referencia cultural ancestral, valiosa y certera para el bienestar de la vida cotidiana de cualquiera.

Entiendo que cuando lo dice en voz alta está decidiendo no renunciar definitivamente a ello. Miremos pues de hacer un pequeño ejercicio. Pruebe de usar la piedra filosofal, la joya chantámani de la que hemos hablado hoy. Parece que está en la mente, y es una joya que se transforma en pensamientos bonitos. Pruebe aquí de lanzar alguno. Tiene todo lo que tiene a su alrededor, puede decir muchas cosas de lo que tiene a su alrededor, pruebe de decir alguna bonita, a ver qué sucede cuando la dice.

-Quizás el primer valor, aunque parezca mi modo de ver, es la salud. Si no hay salud no se podrán llevar a cabo las acciones. El segundo valor es el amor, y un amor en familia, y el tercero el trabajo.

-Aprovechando esa escala de valores, mire el mundo que le rodea, que son las personas que son ahora mismo, y aventúrese con cualquiera de ellas a decirle algo dentro de esa escala de valores.

-Me has puesto en un aprieto.

-Le puedo ayudar, si quiere, siendo yo el pequeño, siendo usted el grande.

-De acuerdo.

-Usted ha venido por su propio pie a esta biblioteca ¿qué tal encuentra esta biblioteca municipal?

-Muy bien, vengo desde hace tiempo.

-Y ¿qué diría de ella cada vez que viene aquí? ¿cómo se encuentra usted aquí?

-Muy bien.

-Y ¿gracias a qué se encuentra usted muy bien cuando viene aquí?

-Bueno pues es todo, es el conocimiento que hay, la gente que te atiende, que las sillas sean muy cómodas…

-Si le parece bien vamos a centrarnos en la gente que le atiende. Usted que conoce muy bien a la gente que atiende aquí. ¿Qué diría de la gente que atiende si los tuviera presentes?

-Que en esta biblioteca trabajan muy bien, y muy profesionalmente.

-Veo dos personas que trabajan en esta biblioteca justo detrás de usted. Pruebe a decírselo a ellas, y recuerde que no es habitual que se acerque aquí la gente y diga cosas así.

-Ya me han oído.

-Ah, no se haga el duro, hombre de bien. Pruebe su piedra a ver cómo brilla, puede hacerlo como usted quiera.

-Me encanta venir porque me atienden muy bien, siempre, son personas además muy profesionales, y en mi vida, por algún motivo, es muy importante encontrar personas que disfrutan con su trabajo como hacen precisamente ustedes.

¿Nota si la desdicha ha disminuido o ha aumentado?

-Ha bajado, ha bajado, funciona.

-¿Ha visto usted la magia? Usted hace magia, solo tiene que usar esa piedra. Aunque la piedra necesita ser usada con el ritual y en comunidad, como un procedimiento ordenado tan natural, tan compartido y milagroso como hacer el pan.

Solo hay que ver la cara que han puesto las profesionales para entender, sin analizar muy científicamente, que aquí ha pasado algo bueno. Si esto se ha hecho en 30 segundos, en los que alguien ha tocado su piedra preciosa y ha iluminado el rostro de todos aquí, aún tenemos 23 horas con cincuenta y tantos minutos cada día para andar jugando con nuestra piedra y mirar con curiosidad qué aflora alrededor.

Usted se maravilla cuando ve que lo que usted ha hecho, y eso es hermoso, porque sin pretenderlo nos ha mostrado el sol, y ahora ese mismo sol también le está acariciando a usted. Es copartícipe del acto iluminado y feliz que sin querer ha provocado.

De su piedrecita ha salido una luz, usando simplemente el sentido común y la experiencia, ha dicho: "yo he venido aquí un montón de veces y cada vez me encuentro lo mismo, personas que regalan el amor en lo que hacen, cómo no voy a estar yo a gusto, en invierno me ponen calor y en verano se cuidan de que esté fresquito, que tenga esta buena iluminación, el equipo de la biblioteca conoce las sonrisas, si les hablo les importa escuchar aquello que digo…".

La lista es interminable. Lo mismo ahora va usted a su casa y mira a su alrededor, y elige a quien quiera y le suelta una pequeña lista, y prueba a ver, con sus propios ojos, qué hace la piedra durante ese momento. No hay presente, pasado o futuro ahí. La piedra, como acabamos de experimentar, nos vuelve atemporales. La eternidad es perfectamente tangible en la belleza de decir verdades de amor, aunque resulte tan tonto que se nos antoje también imposible.

A todos nos ha llegado el calor, a todos se nos ha elevado algo cuando ha hablado así usted.

Gracias señor.

-Gracias.

Entonces, ojalá que este sacrificio de venir aquí, y dejar todo lo demás por un ratito, haya sido para el bien de cada uno de nosotros y para el bien de toda la humanidad.

Y con esto y un bizcocho, ha sido encantador y estupendo estar aquí juntos, gracias a todas las personas aquí presentes que lo han hecho posible.